Desde aquel viernes todo había cambiado a mejor: nadie me había dicho lo que tenía que hacer, nadie me había robado, ni se habían metido conmigo. Ahora todos los que me habían hecho esas cosas están conviviendo juntos en el saco.
Era una vida feliz, podría hacer lo que quisiera pero hasta hace unas horas no me había dado cuenta de la soledad en la que vivía ahora.
Eran las doce de la noche y yo estaba en el sofá de mi casa viendo la televisión y comiendo chucherías. Si hubieran estado mis padres me hubieran obligado a meterme en cama hace una hora pero ahora los había metido a ellos y a mi hermana en el saco me acostaba a la hora que quisiera.
De pronto oí a un grillo grillar. Poco a poco el pequeño animal se iba acercando ami. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mi oreja grilló más fuerte, quien lo escuchara entendería que me estaba llamando. Desde pequeño tenía una afición que era hablar con los animales, ya se que es un poco rara, pero me relajaba. Sin dejarme pronunciar ninguna palabra el grillo se subió encima de mi brazo. En ese momento una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y de pronto una imagen se proyectó en la pantalla del televisor.
Ves todas esas personas que están ahí? Bien, pues son la gente que durante estos ultimos días estuviste metiendo en el saco- pronunció el grillo mientras yo me mantuve en un estado de hipnotismo. - Estoy aquí para darte una misión, sé que me arriesgo a que me metas en el saco pero el destino a confiado en ti para devolver la paz al mundo. Lo que tienes que hacer es muy sencillo. ¿Ves a ese niño que está jugando con tu hermana? Bueno pues es más importante de lo que creías, ese niño será dentro de unos años el encargado de salvar al mundo de la destrucción. No te puedo decir como pero lo va a hacer. Debes liberarlo del saco y devolverlo a su ciudad natal. - concluyó es grillo.
En cuanto me desperté el grillo había desaparecido, pero sentí la necesidad de liberar a aquel niño. Así que tomé rumbo a su ciudad.
Cuando llegué a su casa me aseguré de que nadie me estuviera mirando y lo saqué del saco con las palabras que me habían resuelto muchos problemas. Así que el niño salió, me dio las gracias por sacarlo de allí y me contó todo lo que habían sufrido ahí dentro. En aquel momento me derrumbé casi toda mi familia estaba dentro y estaban sufriendo por mi culpa. Sin decir ni un adiós me fui de aquel lugar. Tome rumbo al horizonte sin saber a donde ir.
En un pueblo a 100 km del del niño decidí sacar todas las personas del saco pero intentando que no me vieran.
Saqué de último a mi familia pero no fui capaz de acercarme a ellos. Así que me fui de allí con dirección a un río que por el ruido debería de estar cerca.
Cuando llegué me senté en la orilla y me puse a pensar: ¿y si nunca cogiera el saco de aquella cueva? ¿y si nunca metiera a mis seres queridos dentro? ¿y que pasará ahora? ¿y si mis padres se enfadan conmigo después de esto y no me dejan volver a casa? ¿y que sería del mundo sin mi presencia y sin la del saco? Está claro, si desaparecemos el mundo será mejor.
Sin demorarme más me até una piedra al pie con una red que había por allí y metí el saco en mi bolsillo. Decidido, agarré la piedra y la tiré al río cayendo yo y el saco detrás de ella quedándonos en las profundidades de aquel río que había visto mis últimos minutos.
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