¿Porque lo estaba haciendo? ¿Porque me estaba acercando cada vez más a aquella cosa reluciente? No estaba muy segura de lo que fuera pero una cosa estaba clara: aquello no era mío. Cuando logré alcanzarlo me di cuenta de que era un espejo de oro que parecía tener unos cuantos años. Me fui a un rincón para apreciar mi belleza y de pronto escuché una voz que provenía del espejo:
- ¡Eh tu! – dijo mi reflejo en el espejo.
- ¿Quién yo? ¿Quién eres? –
- Si tu esa chica con el ego tan grande-
- Oye sin ofender eh! Repito ¿quien eres?-
- Bueno perdón, soy tu conciencia- dijo el reflejo.
- No me lo digas, ¿a que vienes a echarme alguno de esos sermones que salen en las películas?-
- Mas o menos… bueno si – afirmó.
- ¿Y que quieres?-
- Quiero que abandones este lugar inmediatamente, pero por favor llévate este espejo contigo-
- No entiendo nada, pero supongo que mi conciencia sabrá más que yo-
En ese momento puse rumbo a la puerta pero en menos de treinta segundos esta se cerró impidiéndome salir.
- ¡Genial! Ya te lo decía yo… si es que las rubias…- dijo mi conciencia.
- ¿Y las rubias que, eh? ¿ Como que ya me lo decías? No me dijiste nada, haber, ¿ahora que va a pasar?-
- Pues que te quedarás aquí encerrada a no ser que…-
- ¿A no ser que? ¡Habla! –
- A no ser que vendas tu juventud al diablo y seas vieja para siempre-
- ¿Estas loca? No pienso ser una vieja para toda mi vida-
- Bueno pues te quedarás aquí para siempre, tu eliges-
- Vale está bien haz todo lo que tengas que hacer con tal de sacarme de aquí-
Con estas palabras se produció un destello de luz y cuando me volví a mirar en el espejo era una vieja de 90 años. Supongo que ese sería el precio de tantos años queriendo ser la más guapa de todas o tal vez ese era el destino que me tenía preparado el diablo…